“Sao Paulo” se titula el nuevo disco de Deadstring Brothers, una agradable sorpresa que puede situarse al mismo nivel que su mejor disco hasta el momento, “Silver Mountain”. Y eso que las expectativas no eran nada halagüeñas para el grupo liderado por Kurt Marschke, pues muchos predecían un descenso en su capacidad de implicación emocional tras relegar a un segundo plano a la vocalista Marsha Marjieh. Pero aquí están, y suenan espléndidos.
Anclados en la memoria de una época perdida hace más de treinta años, Deadstring Brothers actúan como recordatorio a la vez que como toque de atención: es cierto que su nivel de innovación está bajo cero, pero el rock no puede imaginarse sin defensores de sus esencias más sagradas.
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