En la entrega de hoy vamos a hacer una apuesta relativamente reciente, el cuarto álbum del grupo norteamericano Mercury Rev, un disco titulado “Deserter’s songs”, las canciones del desertor, grabado y publicado en el año 1998, y que supuso un giro en su sonido, hacia parámetros más clásicos y enraizados en el rock norteamericano, con la producción de Dave Fridmann, y colaboración ocasional de Levon Helm y Garth Hudson, antiguos miembros de The Band, que sirve sin duda de referente a la banda de Buffal
o, que por entonces se había mudado a los montes Catskill, en busca de una inspiración y un recogimiento que les ayudó a crear la que es su obra maestra, y un momento además en que casi se les daba por perdidos, como una de aquellas bandas que despuntaron en los primeros años noventa y que no llegaron a materializar su potencial, después de haber deslumbrando con su álbum debut, “Yerself is steam”, y haber pinchado estrepitosamente con su segundo, “Boces”.
Pero la historia no volvió a repetirse como con tantos grupos que pudieron haber sido y no fueron, y en el caso de Mercury Rev su cuarto disco fue el de la consagración y toma de un puesto de honor en la historia del rock.
Después del fracaso comercial de su tercer LP, “See you on th
e other side”, Mercury Rev decidieron grabar un disco más, enteramente para ellos mismos, de espaldas a toda pretensión comercial, y pensando en disolver la banda una vez lo hubieran terminado. Es decir, que lo concibieron como una especie de testamento personal, que supondría el punto final del grupo, y donde vaciarían todas sus aspiraciones desde el punto de vista musical, dando cumplida cuenta de todas sus frustraciones e insatisfacciones hasta ese momento.
Lo que no habían podido prever es que la liberación de todas las presiones que el grupo había tenido que soportar desde su inicial y temprano éxito, y que les habían impedido desarrollar toda su creatividad, daría lugar a su mejor disco y también el de mayor éxito, sobre todo en el Reino Unido y en la mayor parte de Europa. Por ejemplo, el semanario musical británico New Musical Express eligió “Deserter’s songs” como el mejor álbum de ese año, y recibió excelentes críticas de toda la prensa especializada, que esta vez sí se vieron refrendadas por unas magníficas ventas en el circuito independiente.
Mercury Rev se convertían por fin en la gran banda que debían haber sido desde el comienzo, si se hubieron apartado de ciertas vacilaciones en su sonido y de disputas internas que acabaron con algunos de sus miembros, como el casi mesiánico David Baker.
Sin duda, una parte importante del éxito de “Deserter’s songs”, además de que se trata de una colección de magníficas composiciones, se debe a las acertadas orquestaciones con las que se arregló el álbum, una apuesta de Jonathan Donahue junto al productor Dave Fridmann y el resto de la banda, que esta vez sí parecían caminar todos en la misma senda, y que le dan un empaque al sonido del grupo que lo aleja de veleidades modernistas, y convierten este disco en todo un clásico atemporal.
Los componentes de Mercury Rev en ese momento eran Jonathan Donahue, ahora el auténtico líder, Sean Grasshopper Mackowiak, Dave Fridmann, que como ya hemos dicho hizo también la labor de productor, Jimmy Chambers, la flautista Suzanne Thorpe y Adam Snyder, que recibieron el apoyo de otros muchos músicos que participaron en las sesiones de grabación, añadiendo sobre todo esos arreglos de cuerdas y vientos que definen su sonido.
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