(REPRISE, 1970)

Las primeras sesiones de grabación del álbum tuvieron lugar en los estudios Sunset Sound en medio de una gira de invierno que incluyó un aclamado concierto en la sala Fillmore East de Nueva York, en un cartel junto a Steve Miller y Miles Davis. Sin embargo, debido a la deteriorada salud de Danny Whitten, estas sesiones sólo produjeron cuatro temas.
La mayoría del álbum se grabó en un estudio construido para el efecto en el sótano de la casa del propio Neil Young en Topanga Canyon, en la primavera de 1970, con Greg Reeves, Ralph Molina y un prometedor músico de 18 años llamado Nilf Lofgren, que se encargaría de tocar el piano, aunque no estaba muy familizarizado con este instrumento.
La mayoría del álbum se grabó en un estudio construido para el efecto en el sótano de la casa del propio Neil Young en Topanga Canyon, en la primavera de 1970, con Greg Reeves, Ralph Molina y un prometedor músico de 18 años llamado Nilf Lofgren, que se encargaría de tocar el piano, aunque no estaba muy familizarizado con este instrumento.
En un principio, las críticas que recibió “After the gold rush” no fueron demasiado positivas. Por ejemplo, la revista Rolling Stone afirmó que los seguidores de Neil Young probablemente se pasará las próximas semanas intentando convencerse desesperadamente a sí mismos de que es buena música. Pero se estarán tomando el pelo. Porque aunque el disco contiene material potencialmente de primer orden, ninguna de las canciones sobresale sobre una superficie monótona y aburrida.
Sin embargo, como es habitual con los discos de este autor, con el paso del tiempo las críticas se fueron haciendo mucho más positivas, y la misma revista Rolling Stone cambió su punto de vista sobre el álbum, afirmando en 1975 que era una indiscutible obra maestra, y hoy en día es considerado unánimemente como uno de los mejores discos de Neil Young y un clásico del rock.
Sin embargo, como es habitual con los discos de este autor, con el paso del tiempo las críticas se fueron haciendo mucho más positivas, y la misma revista Rolling Stone cambió su punto de vista sobre el álbum, afirmando en 1975 que era una indiscutible obra maestra, y hoy en día es considerado unánimemente como uno de los mejores discos de Neil Young y un clásico del rock.
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