Vamos a continuar con un nuevo capítulo de la historia de los Rolling Stones, trasladándonos al año 1962 y a la escena musical que giraba en torno a la figura de Alexis Korner. Así lo recordaba el propio Keith Richards:
“Alexis Korner y Chris Barber tenían su propio acercamiento al blues desde un ángulo procedente del jazz, ya sabes, Big Joe Williams, y también desde el rollo más rural como Big Bill Broonzy y Leadbelly. Eran una especie de… eran medio folk y medio jazz. Lo estaban intentando desde su propio ángulo, pero no creían que el rock’n’roll tuviera ninguna relación con ello. Ellos no veían la conexión. Se olvidaron de Darwin, el eslabón perdido. Cuando Alexis nos pedía a Mick y a mí hacer una canción, él decía: aquí está una pareja de chicos que vienen de la ciudad, y nos preguntaba: ¿qué vais a tocar? Y nosotros respondíamos: “Roll over Beethoven”, de Chuck Berry. Entonces Alexis tragaba saliva, pulsaba con el pulgar un par de cuerdas de su guitarra y decía: lo siento, chicos, se me ha roto una cuerda, os lo dejo a vosotros”.
“Todavía no nos atrevíamos a tocar en directo. Estábamos probando a distintos baterías. Uno de ellos era Mick Avory, que después se uniría a los Kinks. Entonces era malísimo. No era capaz de encontrar el ritmo. No encajaba con el material de Jimmy Reed que nosotros tocábamos. Éramos Mick, Brian, Stu y yo. Entonces conocimos a Charlie. Era amigo nuestro. Por entonces él ya actuaba en directo, tocaba con Alexis Korner. Era su batería. Nosotros no nos lo podíamos permitir. Entonces un día cogimos a un batería llamado Tony Chapman, que fue nuestro primer batería habitual. Terrible. Uno de los peores. Comenzaba un tema y lo terminaba 4 veces más rápido o 3 veces más lento. Era incapaz de mantener el ritmo”.
“Alexis Korner y Chris Barber tenían su propio acercamiento al blues desde un ángulo procedente del jazz, ya sabes, Big Joe Williams, y también desde el rollo más rural como Big Bill Broonzy y Leadbelly. Eran una especie de… eran medio folk y medio jazz. Lo estaban intentando desde su propio ángulo, pero no creían que el rock’n’roll tuviera ninguna relación con ello. Ellos no veían la conexión. Se olvidaron de Darwin, el eslabón perdido. Cuando Alexis nos pedía a Mick y a mí hacer una canción, él decía: aquí está una pareja de chicos que vienen de la ciudad, y nos preguntaba: ¿qué vais a tocar? Y nosotros respondíamos: “Roll over Beethoven”, de Chuck Berry. Entonces Alexis tragaba saliva, pulsaba con el pulgar un par de cuerdas de su guitarra y decía: lo siento, chicos, se me ha roto una cuerda, os lo dejo a vosotros”.
Por su parte, Mick Jagger recuerda esa misma época de la siguiente manera:
“Había un montón de chicos blancos intentando tocar el blues. Y nosotros éramos muy diferentes. Solíamos reírnos de ellos y les llamábamos una pandilla de jazzers. Simplemente no era nuestro tipo de blues. Sabíamos que nosotros podíamos hacerlo mejor. Y lo hicimos mucho mejor. Ver a Alexis Korner realmente no me daba confianza, pero significaba que teníamos un sitio donde tocar. En ese momento estaba bien”.
“Recuerdo el club Ealing. Había goteras por todas partes. Era tan húmedo que teníamos que poner algo sobre el escenario, una especie de sábana terriblemente sucia, de modo que la condensación de agua del techo no goteaba directamente sobre ti, sino a través de la sábana. Como puedes suponer, era también muy peligroso, a causa de toda la electricidad y los micrófonos y tal. Era increíblemente primitivo, ¿sabes? La principal atracción era Alexis. Yo tocaba con él los jueves. Solíamos cantar “Got my mojo working”. John Baldry y Paul Jones eran mucho más altos que yo. Yo era muy bajito. Solía cantar “Don’t stay out all night”, “Bad boy” y “Ride’em on down”. Algunas veces, aunque no siempre, con Keith Richards”.
“Había un montón de chicos blancos intentando tocar el blues. Y nosotros éramos muy diferentes. Solíamos reírnos de ellos y les llamábamos una pandilla de jazzers. Simplemente no era nuestro tipo de blues. Sabíamos que nosotros podíamos hacerlo mejor. Y lo hicimos mucho mejor. Ver a Alexis Korner realmente no me daba confianza, pero significaba que teníamos un sitio donde tocar. En ese momento estaba bien”.
“Recuerdo el club Ealing. Había goteras por todas partes. Era tan húmedo que teníamos que poner algo sobre el escenario, una especie de sábana terriblemente sucia, de modo que la condensación de agua del techo no goteaba directamente sobre ti, sino a través de la sábana. Como puedes suponer, era también muy peligroso, a causa de toda la electricidad y los micrófonos y tal. Era increíblemente primitivo, ¿sabes? La principal atracción era Alexis. Yo tocaba con él los jueves. Solíamos cantar “Got my mojo working”. John Baldry y Paul Jones eran mucho más altos que yo. Yo era muy bajito. Solía cantar “Don’t stay out all night”, “Bad boy” y “Ride’em on down”. Algunas veces, aunque no siempre, con Keith Richards”.
Keith Richards recuerda cómo conoció a Ian Stewart:
“Dejé la escuela de arte y ni siquiera me preocupé por conseguir un trabajo. Éramos niños todavía. Mick se tomaba en serio sus estudios, al menos así lo creía, todo el mundo le decía que tenía que ser serio para conseguir una carrera en económicas. Pero Brian, a él sólo le preocupaba la música. Me invitó a escuchar lo que habían conseguido hacer en un pequeño pub de Londres. Entonces estaba comenzando toda la movida en los cuartos traseros de los pubs del Soho y en otros lugares. Ahí es donde conocía a Ian Stewart. Estaba con Brian. Simplemente habían coincidido en algún sitio. Ian solía tocar el boogie woogie al piano en clubs de jazz, aparte de su trabajo normal. Cuando empezaba a tocar, me hacía perder la cabeza. Nunca había oído a un pianista blanco tocar como él. Era clavado a Albert Ammons. Esto era en 1962”.
Keith Richards sigue recordando cómo se fue configurando la banda con la que tocaría en su periodo formativo:“Dejé la escuela de arte y ni siquiera me preocupé por conseguir un trabajo. Éramos niños todavía. Mick se tomaba en serio sus estudios, al menos así lo creía, todo el mundo le decía que tenía que ser serio para conseguir una carrera en económicas. Pero Brian, a él sólo le preocupaba la música. Me invitó a escuchar lo que habían conseguido hacer en un pequeño pub de Londres. Entonces estaba comenzando toda la movida en los cuartos traseros de los pubs del Soho y en otros lugares. Ahí es donde conocía a Ian Stewart. Estaba con Brian. Simplemente habían coincidido en algún sitio. Ian solía tocar el boogie woogie al piano en clubs de jazz, aparte de su trabajo normal. Cuando empezaba a tocar, me hacía perder la cabeza. Nunca había oído a un pianista blanco tocar como él. Era clavado a Albert Ammons. Esto era en 1962”.
“Todavía no nos atrevíamos a tocar en directo. Estábamos probando a distintos baterías. Uno de ellos era Mick Avory, que después se uniría a los Kinks. Entonces era malísimo. No era capaz de encontrar el ritmo. No encajaba con el material de Jimmy Reed que nosotros tocábamos. Éramos Mick, Brian, Stu y yo. Entonces conocimos a Charlie. Era amigo nuestro. Por entonces él ya actuaba en directo, tocaba con Alexis Korner. Era su batería. Nosotros no nos lo podíamos permitir. Entonces un día cogimos a un batería llamado Tony Chapman, que fue nuestro primer batería habitual. Terrible. Uno de los peores. Comenzaba un tema y lo terminaba 4 veces más rápido o 3 veces más lento. Era incapaz de mantener el ritmo”.
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