martes, 6 de abril de 2010

The Paupers

Hay grupos que parecen tener todo de cara para alcanzar el éxito y que sin embargo no llegan a cumplir con las expectativas generadas, cayendo en el más completo de los olvidos, a pesar de haber dejado un buen legado musical. Éste fue el caso de The Paupers, un grupo canadiense de finales de los años 60. Estaban compuestos por Adam Mitchell a la guitarra rítmica y la voz principal, Chuck Beal a la guitarra solista, Denny Gerrard al bajo y Skip Prokop a la batería. Con esta formación y ganándose el respeto de la crítica musical sobre la base de sus estupendos conciertos, su mánager Bernie Finkelstein les consiguió un contrato discográfico con el sello Metro Goldwyn Mayer / Verve. En la primavera de 1967 The Paupers alcanzaron la cima de su trayectoria musical cuando fueron contratados para actuar durante dos semanas en la sala Café Au-Go-Go de Nueva York, junto a Jefferson Airplane, uno de los grupos punteros de la Costa Oeste. Al parecer, barrieron a estos últimos en escena, dejando impresionado a Albert Grossman, mánager de Bob Dylan, que demostró tal interés por la banda, que consiguió que Finkelstein le cediese sus derechos de representación del grupo, convirtiéndose desde entonces en su mánager y consiguiendo un nuevo contrato más ventajoso con su sello discográfico. Albert Grossman llegó a decir que The Paupers serían tan grandes como The Beatles. Su primer álbum se tituló “Magic People”.
Este primer album de The Paupers les situaba en el terreno de un folk-rock suavemente psicodélico que recuerda a bandas como The Byrds y los primeros Buffalo Springfield, pero sobre todo puede compararse a los Beau Brummels de su magnífico disco “Bradley’s Barn”.
Sin embargo, a partir de este momento las cosas comenzaron a torcerse para The Paupers. Su primer punto débil es que no consiguieron crear un sonido propio que les identificara como banda y que les hiciera ser inmediatamente reconocibles por el público. Tampoco consiguieron capturar su sonido de directo, que les había hecho ganar notoriedad. Y por último, aunque su debut era un buen disco, no contenía singles de éxito, por lo que las ventas fueron modestas.
The Paupers llegaron a grabar un segundo álbum titulado “Ellis Island”, que aunque menos consistente que su debut, es más arriesgado y diverso, incluyendo cortes que se acercan al country-rock y otros más exploratorios en los que se dejan llevar por sus influencias jazzísticas y demostrando su gran pericia instrumental.

La debacle final de The Paupers, donde definitivamente perdieron el tren de la fama y todas sus posibilidades de éxito, llegó con el festival de Monterrey, uno de esos eventos que marcaron la historia del rock y que elevaron a la categoría de grandes estrellas a los artistas y grupos que triunfaron en él, como Jimi Hendrix y The Who. El destino se volvió en contra de The Paupers, que siendo un grupo que se había ganado su reputación por sus grandes actuaciones en directo, sin embargo en Monterrey fallaron estrepitosamente.
La mayor parte de culpa se le puede achacar al bajista Denny Gerrard, el miembro más carismático de The Paupers, que llegó ese día a la actuación demasiado colocado de ácido y speed, por lo que apenas podía tocar su desafinado instrumento. A ello se sumó un pésimo sonido, debido a un fallo técnico en los amplificadores de los dos guitarristas. El balance final de su actuación fue desastroso, por lo que no recibieron ninguna crítica positiva, perdiendo la oportunidad de convertirse en la próxima sensación. Se lo habían jugado todo a una carta y había perdido.
Después de Monterrey, ya nada volvió a ser lo mismo, los miembros de la banda presentían que su momento había pasado, y Albert Grossman, su mánager, perdió todo su interés por el grupo, abandonándolos a su suerte. Cuando su segundo disco salió a la venta, The Paupers ya no confiaban en sí mismos y finalmente decidieron separar sus caminos.

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